El Efecto Pigmalión y las profecías autocumplidas

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Compartimos con padres, apoderados y profesores la historia de uno de los descubrimientos más citados por la psicología y las Ciencias de la Educación en el siglo XX.

El Efecto Pigmalión nace de un experimento social y sus resultados son asombrosos en la medida que devela cómo un simple gesto o palabra puede influir determinantemente en el actuar de otros. De ahí el término profecías autocumoplidas, que se refiere a una expectativa que incita a las personas a actuar en formas que hacen que la expectativa se cumpla.

Desde otro punto de vista destaca el poder que tienen nuestras propias creencias y cómo las mismas determinan nuestro éxito o fracaso sobre aquello que nos proponemos lograr en nuestras vidas. Su principio básico puede ser aplicado no solo en la manera en que criamos a nuestros hijos, sino que también, en todos los ámbitos de la vida.

El origen

Corría el año 1968, un profesor de la Universidad de Harvard llamado Robert Rosenthal junto a la directora de un colegio, Leonor Jacobson, acudieron a una escuela para efectuar un test predictivo para identificar la capacidad de aprendizaje de los estudiantes. Era una prueba estándar, inventada, una excusa para obtener los resultados, pues el diseño de la prueba no consideraba bajo ningún aspecto el tema a investigar.

Entregaron esta prueba falsa a todos los estudiantes e informaron a los profesores que servía para predecir la capacidad intelectual de los estudiantes. Con las pruebas resueltas en la mano los investigadores regresaron al laboratorio y sin analizarlas, sin siquiera leerlas, seleccionaron al azar un 20% de ellas. volvieron al colegio manifestando que ese 20% de alumnos tenían un gran potencial, por lo tanto, eran alumnos especiales.

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Esperaron 8 meses y volvieron al colegio, descubrieron que los estudiantes que habían elegido al azar y sin ningún criterio, mostraban ahora mejor rendimiento que sus compañeros. Y no solo mejoraron sus notas, sus profesores los consideraban mejores alumnos, incluso sus compañeros los reconocían como estudiantes destacados. Pero si el test era una farsa y los investigadores ni siquiera abrieron las pruebas ¿cómo era esto posible?

La única posibilidad es que los resultados inventados del estudio al comunicárselos al colegio cambiaron la forma en que los docentes se comportaron con esos estudiantes durante el año. Los profesores pensaron que esos alumnos eran efectivamente más inteligentes y tenían más capacidad, aunque esto no fuera real.

El estudio confirmó que si esperamos ciertos comportamientos de las personas y los tratamos de manera diferente, es probable que ese tratamiento afecte su comportamiento.
Si creemos que un niño es capaz de alcanzar un objetivo, si tenemos altas expectativas esto produce un efecto positivo en la persona. Por el contrario, si pensamos que un estudiante no tiene capacidades, entonces también esa forma de comunicarnos se puede trasformar en una profecía autocumplida.

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